Si, por ejemplo, un proceso de fabricación se compone de 4 ciclos como fabricación, transporte, control y almacenamiento, sorprende al realizar un análisis del mismo observar que una parte importante de los esfuerzos llevados a cabo (entre el 30 y el 40%) están dedicados a acciones que no aportan valor añadido. Por regla general, la única función que tiene interés económico es la fabricación, la cual no representa en el mejor de los casos más del 35 a 40%, como máximo, del tiempo del proceso. Las tres restantes funciones, transporte, control y almacenamiento, aunque necesarias, no generan más que costes.